SALVANDO A LA MAGISTRADA


Corría el año del señor de 1985, en los paramos de la FES Aragón, una joven alumna de apellido Esquivel concluía sus estudios de derecho, suponemos de manera brillante, buscaba afanosamente quién la guiase en la elaboración de su trabajo de tesis. Alguien, se ignora quién, le aconsejó se acercáse a la maestra Rodríguez, quien ya cosechaba fama de "ayudar" a los alumnos en el viacrucis de la titulación.

Presta la alumna Esquivel se apersonó con la susodicha maestra solicitando fungiese como su asesora, ambas se pusieron a la tarea. En un dos por tres convinieron el tema: la sindicalización de los trabajadores de confianza.

Manos a la obra.

Con la guía experta de la maestra Rodríguez elaboraron un guion, se definió bibliografía básica  y a chambearle con ganas. Mes a mes, sin falta, alumna y maestra se reunieron para revisar avances. A los nueve meses (finales de 1985 inicios de 1986) el trabajo estaba concluido a plena satisfacción de la muy exigente y pulcra asesora.

Esquivel dejó cuerpo y alma en el esfuerzo, pero París bien vale una misa.

El destino se atravesó; inexpugnable en sus designios evitó que se consumara el acto con el correspondiente examen profesional ante un notable jurado compuesto por dilectos abogados dispuestos a reconocer el alto grado de calidad académica del trabajo y, sin lugar a dudas, una réplica magistral (ya pintaba la alumna para magistrada) de la futura abogada Esquivel.

El trabajo no llegó a la imprenta y quedó resguardado en algún cajón. Corren varios rumores respecto a la postergación del acto final de titulación. 

La alumna Esquivel cayó en una profunda depresión a causa de un conflicto sentimental, parece ser que fue rechazada por un ingeniero de malas mañas. También se dice que prefirió realizar un largo viaje espiritual hasta los monasterios budistas del Dalai Lama, en la India, para encontrarse con su verdadero yo. Otros menos mendaces hablan de obstáculos burocráticos que fueron aplazando la esperada titulación.

Melón o sandia la tesis se quedó a dormir el sueño de los justos.

Entrado 1986, un alumno de apellido Báez, éste de la Facultad de Derecho en  Ciudad Universitaria, urgido de titularse, por exigencia laboral o vaya a saber por qué razón. Otra alma caritativa, ya saben nunca falta, lo en encaminó con la maestra Rodríguez, fortuitamente la misma que desplegó su sabiduría y habilidad metodológica con nuestra conocida alumna Esquivel.

Ante la urgencia del muchacho Báez, consideró proponerle el tema de la sindicalización de los trabajadores de confianza ya que podrían avanzar muy rápido dado que es un tema dominado por la asesora de marras. En menos de tres meses el alumno Báez se titulaba, no con honores pero a tiempo para salvar su empleo.

Aquí hay tres hipótesis, dado que el trabajo de la alumna Esquivel no era público.

En un acto de piedad y conmiseración, digno de entrar en el paraíso, la asesora deslizó el texto "original" aparentando corregir los malos esbozos presentados por el alumno Báez. 

Segunda, el maléfico Báez, cual Arsenio Lupin, sigilosamente se introdujo en la residencia de la alumna Esquivel, birló el texto, lo copió y lo regresó.

Última, la abogada asesora mercó, recibiendo una remuneración adecuada, la tesis original.

Para 1987, liberada de todo peso, renacida, la alumna Esquivel se titula con honores e inicia una fructífera vida profesional y personal (con otro ingeniero) que debía culminar con el más alto escalón que un abogado pueda aspirar: LA PRESIDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA.

Nunca falta la maldad.

Sin ningún escrúpulo, un escritorzuelo de tercera,  insinúa que la alumna Esquivel, en contubernio con la maestra Rodríguez, plagiaron el trabajo del alumno Báez. A todas luces una calumnia de conservadores iracundos ante el avance indiscutible del México de la Esperanza.

El futuro pondrá las cosas en su dimensión verdadera.


P.D. Agradezco al maestro Sheridan su valentía y amor por la verdad.


Comentarios

  1. Me queda clara ya la situación: el malvado Báez, la misericordiosa Rodriguez y la inocente Esquivel. Como diría mi mamá: a otro perro con ese hueso. Me uno al agradecimiento al maestro Sheridan por su valentía y amor a la verdad

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  2. Bien dicho R. Seco, como decía mi abuela: a mí no me la dan con queso.

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