NO SE PUDO
La Esperanza, Jacques Du Broeucq
Uno se pregunta, ¿Por qué nos colgamos de la esperanza?
Los mexicanos no la inventamos, está con nosotros desde tiempos inmemorables.
Elpis, la esperanza para los griegos, la última diosa, cuando nada resultaba, cuando los dioses abandonan, siempre queda llamar a Elpis, seguro acudirá en auxilio y salvará.
Mis datos (no sé otros) me llevan a pensar que el mexicano y mexicana (por eso de la corrección) tenemos una altísima dependencia de la esperanza. Estamos enganchados, como droga, a ese voluble e inasible referente.
"Espero llegué rápido el camión".
"Tengo esperanza de que mi hija encuentre un buen muchacho".
"Que Dios se apiade de nosotros".
"MoReNa la esperanza de México".
"Espero me vaya bien en el examen, aunque no estudie".
"La esperanza es lo último que muere".
"Siempre tuve esperanza en ti (y me fallaste)".
"Ahora sí, hay esperanza en el futuro".
"Muchachos tenemos esperanza en llegar al quinto partido".
Una dosis de esperanza no está mal, pero recargarle la mano es abusar de su potestad, que no es omnipotente. Más bien es una diosa bastante fallona.
Millones viven hoy en la esperanza, en la creencia de que el país será otro, mil veces mejor, más justo, sin pobreza, sin ricos, sin racistas, sin extranjeros depredadores; amoroso, el mundo idílico, solo se trata de echarle ganas, tener confianza en el Presidente y mucha, mucha pero mucho esperanza. Aunque seguro que la guadalupana y diosito le van a dar un empujón.
Esperanza anclada en las facultades inmensas, sobre naturales, infinitas, del líder, quien será capaz de llevarnos a la felicidad, que por cierto ya se instaló entre quienes creen con fervor, para los que no, el destierro.
Esperanza en Andrés.
Grave problema, tarde o temprano, el cielo no llegará. ¿Alguien me puede decir dónde se encuentra? Nunca llega; porque no existe.
Se alimenta la esperanza desde el poder, desde el dinero, desde el púlpito, desde el aula; se desprecia la razón, el análisis, la mesura, la constancia, el trabajo.
Afortunadamente, la resiliencia (aguantar como roca) se da en dosis altas entre los mexicanos, enfrentaremos la frustración estóicamente.
Tendremos esperanza de que surja una nueva esperanza que nos llene de dopamina y nos haga temporalmente felices.
Tal, parece, es nuestro destino.
PD. Recomendaciones:
Ugo Pipitone. "La esperanza y el delirio: una historia de la izquierda en América Latina". CIDE y Taurus. 2015.
Ugo Pipitone. "Un eterno comienzo". CIDE y Taurus. 2017.
Y se se trata de la selección de futbol también tenemos mucha esperanza y mucha resiliencia
ResponderBorrar“El que espera, desespera” dice la voz popular.
ResponderBorrarUna pequeña dosis de esperanza no está de más, puede servir de impulso o motivación para alcanzar metas. La desesperanza es peor, te deja sin ganas de nada.
ResponderBorrarDivertido y dramático texto, Alejandro. Gracias, y gracias también por la bibliografía, un abrazo.
ResponderBorrarY yo que pensé que ibas a hablar de fútbol, deja a AMLO aunque sea para que disfrutes a plenitud el Mundial. Saludos Alex…
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